La tragedia

La tragedia

jueves, 25 de noviembre de 2010

Escena 5

En el jardín mediterráneo de la casa de la sabiduría entre eternos mármoles y hermosos geranios discuten Atenea y La Locura en discusión por amor entramadas. Celos duelen a la Locura por el celo que pone Atenea en ocultar su loco amor sibilino al conocimiento del joven Zeus. Atenea asegura que todo es cuestión de tiempo pero la Locura, insegura, su loco amor prodiga pensando por cierto no ser correspondida ante la postura de la locamente amada enamorada Atenea en el jardín mediterráneo entre tules morados que envuelven, tersos, mármol con esencia de geranio. “Suenan voces, algo ocurre, amada”. “No temas, las diosas adoradas de los continentes han de ser; llamaron para anunciar su llegada”. “Ya llegan hermosas se han ”. “ No enmiendes tus palabras Locura que las enamoradas, amadas se han de equivocar entramadas constantemente”. “Con constancia sabéis Oceanía que en la casa de la sabiduría prohibo que se hable tan libremente, de tal modo que asuntos de amor entramados en ella no han de ponerse en boca”. “¿Estáis irritada, Atenea?; a vuestros pómulos asoma color”. “Agitada vengo a estar, que presumo a Zeus colérico y esta loca enamorada mía, loca y necia como mortal enamorada”. “No presumas, locas y necias enamoradas, todas, con sujetos diversos”. “Bien decís, Europa; Atenea, caéis en lo cierto, Zeus enterado es de los amores entramados en la casa de la sabiduría y, colérico, del Olimpo piensa expulsaros. El cielo se oscurece con su negra cólera por un amor para él oscuro que es en suma bello. Zeus ha perdido los estribos. El sol y el destino corren apresurados sin guía, por lo que los vanos mortales descordados viven entre vanidad sin libertad para pensar siquiera que existe el destino, domesticados. Zeus está cansado, pelusa asoma a sus mejillas rosadas, viejo no puede pensar claro, y de ahí su amor oscuro por vuestro amor amado”. “América, de mi carne creas armas que me hieren como puñales el alma; no puedo creerte, vanas son tus palabras. “!Anapestos, pailas y piquetas qué es ese ruido que me atormenta!”. “Llaman”. “¿Quién es?”. “Zeus y Marte se acercan”. “Afrontaremos unidas la tormenta”. Las lindas diosas silenciosas adoradas de los continentes se sientan como abatidas queriendo parecer tristes no pensar en nada mientras Atenea y La Locura enamoradas quedan en pie en el centro del jardín geranio de la casa mediterránea de la sabiduría donde de mármol una graciosa y pequeña balaustrada se alza bajo las diosas, abrazadas. “Cansado llega a tu casa, Zeus, dios de dioses; ¿Atenea os volvéis loca? . En amor enamorada de la Locura, necia, loca… no sé…no sé… ¡Centellas y relámpagos!, no puede ser, no puedo verte, no sé qué pensar”. “Escuchadme, Zeus, que estoy bien cuerda y sólo de amor loca”. “Necia estáis si pensáis eso y necia mula habéis de estar”. “Pero escuchadla, Zeus, parece que sus palabras tienen sentido, sólo de amor loca está y tus palabras se quiebran en el interior de un alma enamorada”. “¿También a ti, Marte, vestido rojo veloz, te seducen estas arpías que se esconden a los pies de las desdichadas locas?”. “Zeus, desvarías”. “Dicen”. “Mienten. La Locura y yo solas en amor fuimos entramadas. Marte puede comprendernos, poded Zeus pues”. “No me tientes, loca, que ya te trato de tal y mi cólera rezuma negro cieno de ira apunto de estallar. No me trates ni me toques, del Olimpo tú, loca, tu loca y aquel loco que te entienda salid prestos y que mis ojos no os vuelvan a arañar sino queréis veros abrasados entre estrellas de cieno, hirviendo consumidos para la eternidad. Quitaos de mi vista; dejadme cavilar”. Atenea y la Locura rápidas bajan de su pedestal y las diosas hermosas América, Oceanía y Europa en el horizonte se diluyen ya sombras esquivas cuando las amadas entrelazadas junto a Marte y Asia se despiden cabizbajas de la casa de la sabiduría con aroma de geranio entre mármoles rosados donde el llanto profundo de un dios de dioses soleado suena sonoro, desde las sombras, por África velado.

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