La tragedia

La tragedia

jueves, 25 de noviembre de 2010

Escena 7

En la soleada Luna lunar del insondable cielo, en una cueva lunar de la soleada Luna, de tierra esmerilada donde cadente crece la esmeralda entre jaspeadas estalactitas de marfil, no lejos de los astros, las diosas adoradas de los continentes América, Oceanía y Europa, risas prímulas entre belleza ingrávida, contemplan un estanque de aguas jaspeadas en el que se refleja, sedosa gota de marfil, un jaspeado horizonte infinito de cubos ajedrezados. Las adoradas diosas pérfidas de los continentes tienen el destino en sus manos y entramadas están en hacer de los mortales unos esclavos cíclicos de un mismo presente vano, olvidados del destino impertinente que Zeus manoseaba intranquilo en sus días soleados de niño bello y alegre como el Sol errando. América y Europa juegan ligeras, Oceanía ríe, cuando la caverna alumbra retumbar de pasos. “¿Quién se acerca?, ¡Zeus serás¡”. “Chispas, voltios, culombios, La Locura y Asia hemos de ser”. “Hermosas se han”. “Oceanía tonta seréis si pensáis que loca y tonta sinónimos sean”. “Ingenua enamorada serás”. “Baste pues”. “Lindas diosas, Marte y Atenea cayeron en la telaraña del profundo sueño ebrio y La Locura y yo, Asia hermosa, que quedamos despiertas, decidimos pasear por esta apartada orilla; y ahora que todo fue a parar, hermosas diosas hermanas mías, por qué no descubrimos a la loca amada entramada Locura el secreto de nuestros agoreros desvelos”. “Bien decís, Asia hermana. Sabrás, Locura, que Zeus está desatado y el Sol sin destino hacía peligrar nuestros dominios por lo que en está apartada orilla, nosotras hermosas diosas, hemos capturado las riendas del destino”. “Loca me dejas”. “Pues esperad, Locura. Zeus en un estorbo se ha convertido para el correr de los tiempos y las hermosas diosas hermanas de los continentes han decidido enviarlo a una hermosa isla rojiza del Mediterráneo a pasar su merecido descanso. Para él mejor será, soleado”. “Loca y muda quedo”. “Locura quedarás, Zeus aislado el destino queda sin manos y nosotras lindas diosas hermanas de los continentes pensamos sobre el horizonte azul ajedrezado que Locura podríais ser”. “Locura enamorada con Atenea entramada”. “Atenea nunca aceptará el traspiés”. “Yo la haré entender”. “Tu sabrás, Locura. Atenea, sabía, egoísta ha de ser”. Sesgado el horizonte lunar, a Asia la lejana presta ve partir mientras La Locura, pavoneándose con las lindas diosas hermosas, coronado su carruaje de bufones, salamandras y brujas, imagina hacia las puertas soleadas del hermoso Olimpo, alocado de los dioses, trotar entre vítores desquiciados su trono de espectros de sombra. En la cueva, lunar de la soleada Luna, lunar del insondable cielo de estrellas bajas.

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