La tragedia

La tragedia

jueves, 25 de noviembre de 2010

Escena 9

En un prado ceniciento, perdido en un gran sillón de terciopelo rojo, con gruesas molduras doradas sobre el dorado horizonte pálido de la fría aurora, copado el Olimpo de espesa nieve, Zeus llorando hace horas que perdido dejó de pensar “…Atenea….estrellas…vanos mortales…” cuando Marte vestido rojo veloz sobre el blanco prado nevado se acerca. “Zeus… Zeus, escuchadme, os lo ruego…¿Zeus, no me reconocéis?… mi corazón muere de tristeza envenenada, Zeus, escuchadme, os lo ruego… Atenea ha sido asesinada”. “Marte, no…”. Zeus, mudo, queda eterno y profundo dentro de sí escondido solo en la oscuridad hostil del infinito insondable de pupilas muertas en vida posadas sobre el prado nevado, donde Marte a sus pies llora desconsolado cuando la hermosa África al blanco prado es llegada. “Zeus, dios mío, qué te ocurre; qué ocurre, bello Marte”. “Zeus…”. Africa, hermosa diosa de hermoso continente, en los brazos de Marte cae suspirando animal aromas de linda diosa de ébano y almizcle, cariñosa amada en momentos tristes. Marte enajenado la abraza amado entramado en verdadero amor por la diosa hermosa que su corazón amara en secreto de primavera de noches frescas sin sueño pensando amar. Marte y África se besan corazones solitarios. África y Marte se aman ambiciosa e inocente de amor verdadero entramados sobre el blanco prado nevado traje rojo vestido veloz almizcle y ébano. “Marte, he de decirte…”. “No digas, África amada, olvida, ámame y serás amada. Nada quiero saber sino que me amas”. “Te amo”. Amado y amada abrazados en amor ambicionado de deseado amor en sombras se aman niños sobre la montaña nevada junto al sillón rojodorado donde Zeus.

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